¿Cuál es la velocidad máxima de un coche de Fórmula 1?
Los primeros automóviles que encontramos a finales del siglo XVIII, lo que se dice rápidos, no lo eran mucho; de hecho, solo podían alcanzar la «vertiginosa» velocidad de 11 km/h. En aquellos tiempos, era más rápido ir en bicicleta que en coche o, aunque suene a chiste, a pie. Dos siglos después, la industria automovilística ha evolucionado tanto que hoy día los coches pueden llegar a alcanzar velocidades de más de 300 km/h. Hablamos, claro está, de los todopoderosos coches de Fórmula 1. Pero ¿sabes cuándo nació la F1? ¿O la velocidad máxima que puede alcanzar un coche de F1? ¿Y qué piloto ha conseguido el mayor récord de velocidad subido a un monoplaza? Te desvelamos estas y otras cuestiones más abajo y a toda velocidad, claro.
¿Por qué se llama Fórmula 1?
A finales de la década de 1930, se empezó a barajar la idea de crear un campeonato mundial oficial de pilotos, pero se deja de lado con el estallido de la Segunda Guerra Mundial. En 1946, con el nacimiento de la FIA (Federación Internacional del Automóvil), se reanudó el proyecto y en 1950 se organiza al fin el primer campeonato mundial de pilotos en Gran Bretaña con reglas técnicas muy claras que todos los participantes y coches debían cumplir. Hasta ese momento, las carreras de coches, conocidas como Grandes Premios, se celebraban en países como Francia, Italia o Inglaterra, pero no tenían conexión alguna entre sí ni reglas comunes y se disputaban en caminos de tierra. A partir de aquel momento y bajo la palabra «fórmula», todos los coches tenían que cumplir las mismas reglas de peso, cilindrada, consumo y potencia de los monoplazas. Los organizadores del evento decidieron incorporar el «1» a fórmula porque el objetivo era convertir a esta disciplina del motor en la primera y en la más importante del mundo.
Fórmula 1, a toda velocidad
La primera carrera de F1 se celebró en mayo de 1950, en el circuito de Silverstone, Inglaterra, y la ganó el piloto italiano Giuseppe «Nino» Farina a bordo de un Alfa Romeo. Se estima que la velocidad media de una vuelta en su coche fue de unos 146 km/h, aproximadamente. En el Gran Premio de Italia del mismo año, Farina volvió a ganar la carrera, incrementando la velocidad promedio de vueltas hasta los 176 km/h. Ya en 2003, Michael Schumacher, subido a su legendario Ferrari, impuso una velocidad promedio de carrera de 247 km/h, curiosamente en el GP de Italia de Monza. Pero hay que puntualizar que no es lo mismo la velocidad media de una carrera que la velocidad máxima que un F1 pueda alcanzar en un determinado momento, que llega a superar los 300 km/h. ¿Sabes quién es el piloto afortunado de batir todos los récords de velocidad hasta el momento? El piloto finlandés Valtteri Bottas, de la escudería Williams, que alcanzó la friolera de 378 km/h durante una vuelta en el GP de Azerbaiyán de 2016, celebrado en el circuito urbano de Bakú. Pero como ya hemos visto, los avances tecnológicos del motor van a pasos tan agigantados que mientras lees estas líneas puede que ya se haya batido un nuevo récord de velocidad máxima en monoplaza.
Evolución de la F1 hasta nuestros días
La evolución en la potencia y velocidad de los motores de aquellos primeros coches de F1 frente a los actuales es simplemente espectacular. En 1950, todos los motores de los coches del GP de Silverstone eran térmicos y causaban muchos problemas medioambientales y de contaminación. Desde 2014 se utilizan motores híbridos, que funcionan no solo con combustible, sino con frenado de recuperación de energía y calor del escape. Además, gracias a la acción de la carga aerodinámica (la presión que ejerce el aire sobre un objeto o cuerpo), que no existía en los años 50, los coches de F1 se diseñan de una determinada manera para que sean aún más veloces. Esa es precisamente la función que cumplen los alerones delantero y trasero: aumentar la adherencia al asfalto y reducir la resistencia del aire para lograr ser siempre un poco más rápidos.
Así que en el siglo XXI los coches de F1 son más potentes y veloces que los de hace 70 años, sí, pero también más seguros. ¿Sabías que «Nino» Farina no llevaba cinturón de seguridad cuando ganó la carrera en 1950? Por no hablar de la ausencia de casco en aquella época; lo más cercano a una protección para la cabeza era una especie de gorra de cuero. En la actualidad, los pilotos, aparte de casco, llevan un mono ignífugo, que resiste al calor y a las quemaduras y protegen al piloto del calor dentro del coche y de posibles incendios. Y, desde el 2018, es obligatorio que todos los coches de F1 lleven en el chasis el «halo», una especie de dispositivo de titanio en forma de T curvada que protege de fuertes impactos a las velocidades tan altas que alcanzan los coches de F1.
Con A de adrenalina
Desafortunadamente, solamente un piloto de Fórmula 1 puede saber qué se siente al conducir un monoplaza, sobre todo cuando el velocímetro se aproxima a los 300 km/h, pero si quieres vivir una experiencia de conducción máxima, muy cercana a la que sienten los pilotos de F1, echa un vistazo a todas nuestras opciones de conducción de un superdeportivo por los mejores circuitos del país y por carretera. Ferrari, Porsche, Lamborghini, Honda… Elige el modelo que más te guste y presume ante tus amigos de conducir por unas horas una máquina veloz diseñada por las mejores casas de automóvil del mundo. Puedes ir solo o con un copiloto experto que te dará instrucciones básicas para sacar todo el jugo a estas máquinas de exquisita belleza. Te darás cuenta de lo rápido que aceleran estos coches de lujo y podrás probar la estabilidad de su dirección y el agarre suave y firme en las curvas. El olor a goma, el rugido del motor y ese subidón de adrenalina que experimentarás al bajar del coche serán sensaciones irrepetibles.
Ahora que ya sabes todo sobre Fórmula 1, ¿a qué esperas para subirte a tu propio coche y darle gas?